domingo, 26 de febrero de 2012

Una luz celeste baña una casa de cal
la tarde trae un viento cálido que nace como por primera vez
el universo conspira y yo soplo sus virutas que me caen sobre la chaqueta.

martes, 14 de febrero de 2012

Como vestida de poli porno: cuero acrílico, y un satinado obnubilante. Así me sentía yo.

Allí estaba, sentada en aquel sofá de los 90, ocultado por un tapiz indio neohipy que contrastaba con una enorme mesa de camilla que ocupaba la parte central de la habitación. La mesa estaba cubierta por una tela cuyo tacto me recordaba a la piel de un melocotón gigante , su presencia era confortable y rompía de una manera deliciosa la estética para dos amantes...mientras iba ordenando todo aquello en mi interior pude descubrir que el secreto, y lo que me otorgaría la catársis que necesitaba, estaba en la lumbre: La camilla tenía en su interior un brasero, que si bien podía pasar por ser un objeto obsoleto y bizarro, era sin duda el alma de la casa.

La luz naranja que emitía este aparato, era el foco de su atención, para él no existía nada más. Aquella noche habíamos salido, habíamos hablado poco, y ahora el frío nos consumía. Mientras, yo, jugaba aprovechando el silencio, y me imaginaba en el interior de aquellas resistencias eléctricas, navegando por un magma cuyo sonido se parecería al tocar de un yunque en una fábrica de hierro. Sí, aquello definitivamente, sonaba a tecnho, y además era el alma de la casa.


Tenía tanto frío, que eché al aparato aquel vestido ridículo, y solo me quedé cubierta por mi propia piel que lucía brillante al fuego que provoqué intencionandamente. Empecé a sentir calor... me alegraba pensar que aquel yunke techno, le hacía recordar a mi corazón el ritmo de sus latidos.

Él dejó de mirar a la lumbre y por fin nos vimos.