miércoles, 18 de julio de 2012

Como lo veo si giro.

Las espirales se reunieron como cada día entorno a su centro. Debatían si los anillos más nuevos debían o no desafiar las leyes del movimiento centrípeto y lanzarse en puntos infinitos hacia el espacio que tenían entorno a sí. Vivir en crecimiento continuo favorecía el desarrollo de su sabiduría, la concepción de los ritmos cíclicos y el entendimiento de que el espacio no es sino la huella de la propia presencia. Sin embargo, dentro de sí, en lo más profundo de sus curvas, se preguntaban cómo sería girar en sentido contrario o bien, cómo sería viajar en nuevas estructuras y geometrías.

A medida que lo iban pensando, el sistema por el que se había establecido este comportamiento circular
comenzó a verse colapsado: Las dudas, los reparos y algunas actitudes desafiaban como nunca antes su funcionamiento. De este modo, la forma originaria empezó a dibujar figuras que reflejaban lo que ocurría en ese mismo momento. Así la gran espiral fue fraccionándose y tomando forma de figuras diversas:

Algunas de ellas decidieron seguir flotando por el espacio y adquirieron imágenes caprichosas,. Precisamente eso es lo que querían, osas, carros, cinturones... Otras bajaron al fondo de los océanos y decidieron moverse hasta adquirir formas modeladas por el ciclo de las mareas o la temperatura de las aguas. Las hubo en cambio, que prefirieron hundirse en la profundidad de la tierra y regresar al exterior contando la vida que se mueve bajo ella, en forma de árboles, gusanos y batracios. De todo... esta gran espiral se repartió allá donde quiso.

Fue tanto su deseo que se olvidaron sin más de su propio origen. Nada ocurriría si no fuese por una figura nacida de este olvido: la linea. En sí,  la línea era bella, sofisticada, incluso buena para el funcionamiento de ciertas cosas, no siendo así el uso que algunas de las espirales ahora convertidas hicieron de ella.

El tiempo en una linea podía ser contado y resumido, y por lo tanto olvidado. A través de la linea se establecía un rango que medía las diferencias entre los objetos y seres, diferencias que medían el acceso a recursos básicos, separaban territorios e incluso; se comenzó a través de la linea a establecer la división entre lo que algunos dieron en llamar "los cielos y el infierno". Los seres que empezaron a utilizar la linea, la convirtieron por motivos como este en un arma de tortura y muerte. 

El lenguaje de la linea tuvo éxito hasta tal punto que todos quisieron convertirse en una de ellas. Pero esto no era posible. La linea tenía solo dos extremos, uno que lo sostenía y otro que la dirigía. Precisamente quienes se encontraban en estas latitudes no dejarían jamás que aquellos sobre quienes se soportaban se alejaran de ese punto, que a ellos les hacía poderosos. Los que estaban abajo, sosteniendo, no deberían recordar bajo ningún concepto su verdadero origen, ya que de este modo la existencia de los que manejaban la linea dejaría de tener sentido. Todo su trabajo se esforzaba entonces por mantener entretenida a la masa que abajo y adormecida, cumplía con horarios lineales, y con un calendario en el que el ciclo podía extenderse, por arte de engaño, en una linea y en una cuadrícula.

Vivían pues cumpliendo juegos por los que el que quedaba abajo asumía su papel de perdedor, estos sólo deseaban ser cuidados una vez se hallaban en posición tan vulnerable. Pero la realidad era que quien caminaba sometido, se encontraría atravesando una linea sin sentido, que llevaba sin duda a un fin triste, pues este laberinto había sido creado por una imaginación mentirosa y enferma, que nunca lo llegaría a amar.

De momento el final de esta historia no existe, pues si así fuera podría ser contado, resumido y por tanto olvidado.

Dejar de soportar la linea es solo quererlo, nuevos dibujos ya están formándose. Para eso debemos girar, vernos y cuidarnos.